miércoles, 3 de febrero de 2016

O VESTIDO, O CALZADO

O aseo e o vestido. 
En Atenas los establecimientos de baños públicos existían desde el siglo V a. de C. Los clientes utilizaban unas bañeras planas con un asiento bajo en la parte de atrás, y también piscinas. En muchos de estos establecimientos parece que había salas reservadas para las mujeres, pero seguramente las frecuentarían sólo las atenienses de condición modesta, las cortesanas y las esclavas; las atenienses de la burguesía se bañaban en su casa. 
            Los griegos no conocían el jabón. En el baño se debía utilizar bien un carbonato de sosa impuro, bien una solución de potasa, o bien arcilla especial. Les gustaba bañarse antes de cenar. 
            Los griegos no empezaron a afeitarse completamente la barba y el bigote hasta después de Alejandro. En la época clásica, cuando se habla de una navaja siempre se trata de un accesorio del aseo femenino, ya que, para hacer desaparecer por completo el vello superfluo, las mujeres se depilaban con el candil o por medio de pastas especiales, pero también utilizaban navajas. 
            Después de las guerras médicas, en Atenas los niños eran casi los únicos que seguían llevando el pelo muy largo: cuando se aproximaban a la edad de la efebía se lo cortaban y lo consagraban a los dioses. Las mujeres libres sólo se cortaban el pelo temporalmente en señal de duelo. 
            Las mujeres utilizaban cremas de belleza, toda clase de perfumes y maquillaje. 
            El antiguo vestido griego, y también romano, no se adaptaba a la forma del cuerpo mediante el corte y la costura, era un vestido suelto. Consistía simplemente en un rectángulo de tela, que envolvía muy libremente el cuerpo y sólo lo sostenía en algunos casos un cinturón, broche o algunos puntos de costura. 
            Los hombres no llevaban ropa interior debajo de la túnica. El modelo más sencillo de túnica era la exómida, prenda que dejaba un hombro al descubierto; era el vestido de trabajo por excelencia de los esclavos, así como de todos los obreros libres y la mayoría de los soldados. La túnica propiamente dicha o citwvn se ataba a los hombros con prendedores o cintas, y se ajustaba mediante un cinturón. Para dormir no se quitaban la túnica, que servía de camisa durante el día y de camisón por la noche. Los niños llevaban túnicas cortas sin cinturón. 
            El manto habitual de los griegos, el himation, era un rectángulo de lana de una sola pieza con el que se envolvía el cuerpo sin nada que lo sujetase. La clámide, el manto por excelencia de los soldados, efebos y caballeros, era de un tejido tosco y tieso, y siempre iba sujeto al hombro. 
            En principio el vestido femenino no difiere del masculino. Se trata del peplo, una especie de chal de lana, atado a los hombros mediante una fíbula, y que podía ser totalmente abierto por uno de los lados o cerrado con costura. Este peplo, aunque las más refinadas dejaran de usarlo, siguió siendo el traje de las campesinas y de la mayoría de las mujeres del pueblo, además de las esclavas.
            Además del peplo, las mujeres vestían usualmente tres prendas: una especie de camisa sobre la piel (citwvnion), una túnica larga hasta los pies (citwvn), y el manto. 
            En la época clásica, en la vida cotidiana, las joyas estaban prácticamente reservadas a las mujeres, excepto los anillos con chatón que los hombres utilizaban para grabar su sello (sfragís) en arcilla o cera. Las mujeres llevaban con mucha frecuencia collares, pulseras, pendientes y aros alrededor de las piernas. Entre los accesorios no hay que olvidar el abanico y la sombrilla, muy útiles en un país tan cálido y soleado como Grecia. 
            Los atenienses no solían usar zapatos en casa, pero fuera se utilizaban por lo general zapatos y sandalias. Los zapatos de las mujeres tenían formas mucho más variadas y elegantes que los de los hombres. Para parecer más altas, las mujeres utilizaban una especie de tacón que se ponía entre el pie y el zapato. 
           Por lo general, los hombres van con la cabeza descubierta por la calle, y sólo se cubren la cabeza en el campo. Las mujeres se cubrían la cabeza con un pliegue de su túnica o manto, levantado a modo de capucha. 
 
O aspecto persoal. 
Até mediados do século III a. de C. aproximadamente os romanos non se afeitaban a barba nin se cortaban o cabelo. Os que estaban de loito deixaban crecer descuidadamente a barba e o cabelo. 
            Houbo moitos tipos de peiteados femininos. As mozas recollíanse os cabelos nun nó ou en trenzas. As señoras casadas preferían o peiteado. Tamén utilizaban postizos e tinguiduras para cambiar a cor do cabelo. 
           O vestido romano por excelencia era la toga. En un principio las vestían tanto los hombres como las mujeres, aunque más tarde pasó a ser utilizada sólo por los hombres. La toga consistía en un semicírculo de tela, gruesa en invierno y fina en verano, muy complicada de poner y que dejaba el brazo derecho libre. Según los adornos que llevara la toga, non a vestían nin os escravos nin os plebeyos.
            Baixo a toga, e cun longo até o xeonllo, levaban a túnica, que cinguían cun cinto e adornaban cunha banda. 
            A muller vestía xeralmente unha túnica que lle chegaba até os pés. A túnica adoitaba estar confeccionada de la, algodón ou liño, dependendo da época do ano. Sobre a túnica levaban a estola, o vestido propiamente devandito. Cando a muller saía de casa cubríase cun manto (palla), que lles deixaba o brazo dereito ao descuberto.
            As mulleres adoitaban usar abanico.
            O calzado, tanto de homes como de mulleres, consistía en sandalias, zuecos ou zapatos. A única diferenza era a cor e o curtido da pel utilizada para a súa confección.