A xornada dun cidadán ateniense
El griego antiguo era madrugador:
se levantaba normalmente al rayar el alba y hacía unos ligeros
ejercicios gimnásticos. Después de lavarse con agua del pozo de la casa,
el ateniense tomaba un desayuno (acratismos), que solía
consistir en algunos trozos de pan de cebada o de harina humedecidos en
un poco de vino puro. También podía hacer una comida más abundante
añadiendo unas aceitunas o higos.
Por lo general,
cualquier clase de reunión, las de la Asamblea, de los tribunales, las
fiestas religiosas y la jornada de trabajo empezaban cuando salía el
sol.
La vida cotidiana del
ciudadano ateniense está dominada por la atención que requieren los
asuntos del Estado, al menos en principio, pues es evidente que los
campesinos del Ática no podían dejar continuamente a sus mujeres y el
trabajo del campo, pues hay que tener en cuenta que las sesiones de la
Asamblea en ocasiones duraban todo el día, y se celebraban al menos
cuatro veces al mes. El ateniense de la ciudad no solamente participaba
en estas frecuentes asambleas, sino que también podía ser nombrado
durante un año magistrado o juez, y en ese caso los asuntos públicos
acaparaban la mayor parte de su tiempo.
Hacia la mitad del
día, o a lo largo de la tarde, los griegos tomaban una comida bastante
frugal o rápida. Después de comer, los atenienses acudían a una de las
muchas barberías, que eran, al mismo tiempo, los mentideros de la
ciudad: allí se recibían y comentaban noticias de todas clases llegadas a
la ciudad. Algunos de ellos también merendaban al atardecer, pero la
comida más copiosa es, con diferencia, la que se tomaba al final del
día, o incluso después del anochecer, la cena (deipnon).
As divisions do día.
Las horas no se podían contar en
la antigua Grecia de una forma muy exacta. No obstante, a mediados del
siglo V a. de C., los griegos disponían ya de dos aparatos para medir el
tiempo: el cuadrante solar o gnomon, heredado de Oriente, y la
clepsidra o reloj de agua, que indicaba el tiempo transcurrido por el
paso regular de una cantidad determinada de líquido. El reloj
hidráulico, basado en el mismo principio de la clepsidra, todavía no
existía en la época clásica.
En Atenas, la aguja vertical trazada sobre el plano horizontal del gnomon por
el astrónomo Metón en la Pnix, o las agujas de los cuadrantes solares,
algunos de los cuales son portátiles, eran las que indicaban en realidad
el momento fijado para una cita. La longitud de esta sombra se medía en
pies.
Alimentos e bebidas.
La base de la alimentación de los
griegos la constituían los cereales, trigo y cebada esencialmente. La
harina de cebada amasada en forma de torta era la maza, alimento esencial en la vida cotidiana. También se comía el pan de trigo candeal, pero la maza era más barata y los pobres se tenían que contentar con ella la mayoría de las veces.
Todo alimento sólido que se comía con pan durante una comida se llamaopson:
verduras, cebollas, aceitunas, carne, pescado, fruta y golosinas. Las
verduras escaseaban y eran relativamente caras en la ciudad, excepto
las habas y las lentejas, que se comían sobre todo en puré. También se
comía mucho ajo, así como queso y cebollas, sobre todo en el ejército.
La carne era rara,
excepto la de cerdo, y los pobres de la ciudad sólo la comían de vez en
cuando, con ocasión de algún sacrificio, pues casi todas las fiestas
religiosas incluían escenas de matadero y carnicería y terminaban en
comilonas.
La mayor parte de los
atenienses de la ciudad tenían que alimentarse más a menudo de pescado
que de carne. El pescado, junto con el pan, era quizá el alimento
esencial de la población urbana. Cualquier aumento del precio de las
sardinas y de las anchoas de Falero preocupaba a la gente humilde, que
tenía que verse privada de uno de sus platos cotidianos más apreciados.
El mercado de pescado era uno de los más frecuentados y pintorescos del
Ágora. También gustaban mucho los atenienses de los mariscos, los
moluscos, como la sepia y los calamares.
La comida podía
terminar con un postre consistente en fruta fresca o seca, sobre todo
higos, nueces y uvas o dulces con miel.
Las mujeres de la
casa, sobre todo las esclavas, eran las que cocinaban por lo general.
Sin embargo, a partir del siglo IV a. de C. surgen cocineros y
pasteleros profesionales.
Casi todas las comidas se tomaban con los dedos, pues no conocían el tenedor. Las tortas planas de maza o
de candeal se podían utilizar como platos, pero también había platos y
escudillas de madera, barro o metal y, para comer los caldos y purés,
cucharas muy parecidas a las nuestras. El cuchillo era necesario para
cortar la carne.
El plato que más
tomaban los espartanos, en sus comidas en común, era el famoso el caldo
negro, una especie de guiso muy sazonado, con ingredientes como carne de
cerdo, sangre, vinagre y sal.
Un alimento intermedio entre la comida sólida y la bebida es el kykeón,
pócima ritual de los misterios de Eleusis, pero que también a los
campesinos griegos les gustaba tomar en sus casas. Era una mezcla de
sémola de cebada y agua que se podía aromatizar con diversas plantas
como el poleo, menta o tomillo.
Para beber se servían
cuencos de madera o metal y copas de barro. Seguramente la bebida más
refrescante era el agua. También se bebía leche, sobre todo de cabra, y
una especie de hidromiel, mezcla de miel y agua. Pero la viña aportaba
la bebida real, el «regalo de Dioniso». El vino se conservaba en odres
de piel de cabra o de cerdo, mientras que el que se exportaba se
introducía en grandes tinajas de barro.
Pocas veces se
consumía vino puro. Antes de cada comida, en una gran jarra llamada
crátera, se hacía una mezcla de agua y vino, más o menos fuerte. Los
criados lo sacaban de la crátera con unos cacillos muy largos, de metal o
de barro, y llenaban las copas de los invitados.